Antes de nada, soy consciente de que son las 23:00 del día cuatro, por lo que esta entrada se adelanta una hora antes a lo que debería. Ello se debe a cuestiones técnicas que me impedirían publicarla a tiempo de ser de otra forma. Dicho esto, vamos al lío.
La verdad es que soy un friki bastante hostil a todo lo friki más allá de jugar partidas en casas de amigos, socios y simpatizantes. No me gustan nada las jornadas, los salones manga, ni ninguna otra historia en la que haya que interactuar socialmente con gente que comparta mi hobby, ¡y eso que he ido a unas cuantas! De hecho, imaginadme melancólicamente en mi mecedora del porche, cual héroe crepuscular y escopeta en mano, no vaya a ser que alguien se cuele dentro de mi propiedad sin mi permiso.
No me gustan las jornadas debido a que no suelen ser comparables a la tranquilidad de tu lugar habitual de juego y no suelen dar mucho juego a aventuras excesivamente elaboradas. ¿Qué queréis que os diga?, soy un tipo altamente antisocial y a veces me siento demasiado cansado para ese tipo de cosas, aunque si os soy sincero, confieso que me hubiese gustado participar en alguno de los eventos de la Sociedad de Exploradores de Pathfinder, o a la última presentación de Nosolorol, ambos, acontecimientos que me provocan envidia cuando los observo narrados por otros roleros con más suerte que yo.
Exploradores de Golarion, ¡que suerte tenéis cabroncetes! |
Supongo, (haciendo memoria), que las jornadas que con más cariño recuerdo debieron ser unas anteriores al año 97, que fue cuando se comenzó a institucionalizar el rol en mi ciudad y empezaron a organizarse eventos de manera sistematizada.
Aquellas jornadas de verano, planteadas en el instituto más marginal, del barrio más marginal de mi cuidad (no me preguntéis por qué demonios tuvo que ser así), fueron las primeras que se hicieron en mi comarca, las primeras a las que asistí y aquellas en las que aprendí a jugar al rol como mandan los cánones. No es que no jugara al rol mucho antes de eso, pero he de reconocer que como Director no comencé a hacer las cosas de forma metódica y organizada hasta mi paso por esas jornadas.
Insectos gigantes creados bajo ingeniería taumatúrgica. Si los veis, echad a correr. |
Aprendí mucho aquellos tres días, lo pasé genial, y mi nigromante de nivel diez terminó muriendo luchando contra los horrores mecanizados de Trobrian, el maestro del metal de Bajomontaña. Sus constructos resultaron ser realmente superiores en muchos aspectos a los seres vivos, ¡he incluso a los no-muertos!. Mención especial para cuando los dos magos del grupo matamos a más de cincuenta farfulleros con un par de conjuros de nube letal y al mediano del grupo al que arrojamos a esa misma habitación por cansino y cleptómano a partes iguales.
A todo ellos, Requiescat In Pace.
YOP, ¿sabes que puedes dejar programadas las entradas para que se publiquen el día y la hora que quieras, no? En la entrada de blogger tienes, a la izquierda, una sección llamada Programación. Allí pones la fecha y la hora que quieras, y ya le puedes dar a Publicar (no vale con dar sólo a Guardar).
ResponderEliminarPor cierto, yo también recuerdo con especial cariño mis primeras jornadas, en este caso en mi propio colegio, un par de años después de irme :)
Lo sé Carlos, pero siempre que lo he hecho no han llegado a publicarse. Pienso que debe deberse a algún tipo de fallo porque toqué los scripts que no debía y a pesar de que existe la opción de restaurarlos, el código no funcionó bien.
EliminarLa verdad es que algunas de las respuestas me están sorprendiendo mucho. Varios de nosotros tenemos unas respuestas muy parecidas.