lunes, 2 de noviembre de 2015

El Desafío de los 30 días, días 3 y 4

Ayer describiste un local/edificio situado en el pueblo de Highdell. Un local que considerarse importante por alguna razón, bien para el pueblo, bien para los aventureros que se pasan por el mismo con el objetivo de conseguir algo. Sin embargo, ese local/edificio adicional que hace que sea notable. Y es que de vez en cuando se pasea, va o le pertenece a un personaje por todos conocido. O no. ¿Quién es dicho personaje?



El Niño de Piedra Embrujada no tiene nombre, y se dice que es tan antiguo como la propia torre. Su triste leyenda cuenta que fue dejado atrás por los Highdelitas que ascendieron la Ciudad Invertida de los Cielos.

Olvidado, el Niño de Piedra Embrujada vagabundea por los bajos fondos rebuscando entre la basura y cuidándose bien de mostrar en público su condición inhumana. Es, apenas un cuento para asustar a los niños de carne que no se comen toda la verdura.

Nadie trata con él y nadie se atreve a tocarle, pues todos los que reconocen su figura creen que verlo trae mala suerte. Como dice la canción, el niño de Piedra Embrujada es como un reflejo del espejo deformante, de las virtudes de los hombres respetables, de los que apuntan con el dedo al mal ajeno, mientras entierran el cadaver en su huerto.

El Niño de Piedra Embrujada sabe que el secreto de la Torre de Highdell no se encuentra en lo alto, sino en la biblioteca de valor incalculable que yace escondida bajo un laberinto en los cimientos de la misma. Lo sabe porque se trata de un ser animado, creado por una de las hechiceras de la antigua ciudad, ansiosa por tener un hijo. Y porque él es la llave de esa puerta.

Por desgracia, las cuerdas vocales del Niño de Piedra también son de piedra, ¿quién sería capáz de entender lo que dice?, ¿quién lo suficientemente estúpido como para prestarle atención y terminar embrujado? o peor aún, lapidado en el foro de Highdell:

- No hablamos con la piedra, ¡porque la piedra con piedras se paga!-.
Un simpático titiritero, narrando el Cuento del Niño de Piedra.





Estadísticas:

Poder:
2; Naturaleza: 4;
Descriptores: Errar Perdido, Custodiar, Balbucear Magia.

Matar: 3; Armas de matar: Ataque +1s, puños; Defensa +2D, cuerpo de roca viva;
Hacer huír: 9; Armas para hacer huír: +1s, Leyenda negra.
Huida: 3; Armas de huída: Ninguna;
Trucos:  5; Armas para trucos: Esculpido de la propia Magia +1D
Instinto: Mantente siempre alejado de los hombres de carne.

Especial:
Multiplicación metamágica. Fallar un conjuro en su presencia del niño resulta siempre en la aparición de un segundo Niño de Piedra Embrujada en lugar de asumir alguna condición.

En todo mundo de fantasía medieval existen grandes dioses, gigantescos poderes que enfrentan a sus seguidores, unos contra otros, que los envían a grandes gestas, los utilizan en sus maquinaciones, y los empujan a guerras con y sin sentido. Todos han oído hablar de esas grandes entidades. Los Valar del Señor de los Anillos. Los desaparecidos y retornados dioses de la Dragonlance. Los poderes del Caos de Elric. E incluso en la historia antigua tenemos a los dioses romanos, griegos, persas, aztecas, etc, etc. Pero no vamos a acordarnos de ellos. Hoy es día para acordarse de esos dioses menores, esos pequeños poderes, tan extraños como desconocidos, cuyas aspiraciones son tan ignotas como son sus avatares. Elige o inventa a uno de esos dioses y descríbelo.

Ese pequeño dios es Yoraj, el sordo dios Kobold de la Ignorancia y las Peticiones Desoídas. Con forma de gigantesco barbo, dicen que habita en las frías y turbias aguas del lago Aolknom, para sólo emerger una vez cada cuatro años, cumpliendo únicamente la más mezquina y retorcida de entre las peticiones de sus fieles, (y casi nunca de la forma más competente dada su "dureza" de oído).

Yoraj es un dios esquivo y egoista, que se oculta tras el espejismo del agua tranquila. A veces disfruta engañando a doncellas y aventureros despistados con promesas sobre absurdas gestas de riquezas imposibles por pura maldad.

  Otro de sus pasatiempos consiste en regocijarse ahogando a los desventurados pescadores que surcan en barca las aguas del Aolknom. Dicen que aquellos que son completamente sumergidos tornan un poco más zoquetes y maleducados; se quedan "pez", cosa que es vista como un claro don entre los perrunos Kobolds.

Los Caballeros del Sangrante Despropósito son sus descerebrados seguidores, una disparatada camarilla de paladines Kobolds que ha jurado lealtad a su causa...Aunque ninguno de ellos tenga muy clara cual es. Por suerte, pasan más tiempo discutiendo y pleiteando entre ellos por obtener poder dentro de su orden que acometiendo inoperantes pillerías sobre los pueblos cercanos.

Vino, niños y chucherías que devorar son algunas de las demandas que este formidable pez de ineptitud inconmensurable reclama para sí.






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