Hay veces en la vida, en la que uno tiene oportunidad de hacer algo que le gusta. Y hay veces en la vida, en la que uno tiene oportunidad de hacer algo que le gusta y además coincide con el momento adecuado. Tal es el caso de la Marca del Este con su Walküre, un juego bien avenido en la medida en que las modas, como otras muchas cosas, son cíclicas y ahora parece que toca.
Y es que los nazis, como los zombies, a pesar de ser el paradigma de los malos de película unidimensionales, son un filón en ciernes, como parecen confirmar algunos otros proyectos futuros que encuentro muy estimulantes, como Wolfenstein, the New Order, un juego que me hace recuperar la ilusión por una de mis sagas favoritas.
El mítico momento del test de pureza racial en el nuevo Wolfenstein. Ni Tarantino lo habría hecho mejor. |
Es precisamente la periodicidad respecto a este tipo de temática la que deja a su paso ucronías de todo pelaje con mayor o menor fortuna y reconocimiento, bien sea en el cine (Iron Sky), en la literatura (El Hombre en el Castillo, Patria), juegos de mesa (Dust) o el cómic (y más Dust).
Naturalmente, no aprovechar la oportunidad de dejar la mente creativa fluír hubiese sido quizás la prácticao habitual, pero también una gran oportunidad desaprovechada por la estrechez de miras.
Quizás Walküre no sea un juego llamado a satisfacer todos los gustos. Yo, de hecho, me incluyo en ese apartado, pues a ún a riesgo de parecer pretencioso, el mío es uno de esos estilos "peculiares" de juego que los que me conocen sabrán de que va. Pero reconozco el mero hecho de facilitar las cosas en aras de la creación de una base de jugadores hace que se gane, cuanto menos mi simpatía.
Sólo por eso, pienso que merece la pena comprarlo, con independencia de los robots gigantes con esvásticas y otros inventos curiosos.
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