miércoles, 6 de noviembre de 2013

El desafío de los 30 días, día 6

Mi mejor crítico en una partida de rol

¿Os he contado ya cuando derroté al Balrog de Moria de un sólo martillazo bien dado?, deberían haberme dado un trofeo por eso, en plan "Yo vencí al Balrog de Moria (TM) y sólo conseguí esta estúpida camiseta".

Después de aquello, todo fue de bajona. Como cuando Homer consiguió su partida perfecta jugando a los bolos. ¿Os cuento cómo fue?, bien, escuchad mi historia...

Mi personaje formaba parte de una camarilla de enanos que había descendido a las lóbregas profundidades de Khazad Dum en busca de algunas viejas reliquias en forma de hachas, escondidas supuestamente en las entrañas de los niveles mineros más profundos (pura locura, pues todos nosotros éramos personajes de bajo nivel). 


Supongo que aceptamos la misión bien a pura demostración de la valía de nuestros pétreos cojones de Naugrim, o bien porque nuestro pagador en las Colinas de Hierro nos había prometido el oro y el moro si le devolvíamos sus baratijas.

Venga Gandalf, tómate algo a mi salud que invita la casa

Pues bueno, llegó el momento que todo master que juega el suplemento de Moria está deseando. El de la imitación de Peter Jackson y los efectos especiales de los caros. El de la música que sube a tonos realmente épicos. El de "no podrás pasar" y los personajes que huyen cagando leches. Sólo que yo no era Gandalf y a pesar del pánico, y las terribles quemaduras de las llamaradas que relamían mi piel decidí, en lugar de tanta palabrería barata y tanta lucecita de color, asestarle un tremendo martillazo a poco que se amagara para golpearme ese cabrón con cuernos y rabo.

A fin de cuentas, ¿qué diablos? (nunca mejor dicho), si iba a morir, esta vez quería hacerlo de un modo heroico. ¡Tan jodidamente heroico como fuera posible! Pues he ahí la sorpresa, cuando le gano la iniciativa (toda una azaña en sí misma) y comienzan a salirme tiradas abiertas a cascoporro. No sé si seis o siete consecutivas, sólo sé que fueron unas cuantas seguidas y que las cifras comenzaron a superar cotas aparentemente inalcanzables.

¿Sólo 52 cartas?, aquel día hubiesen faltado algunas para describir lo que ocurrió.

Y en estas que el Balrog cae. Cae al primer golpe, prácticamente sin tiempo de decir ni mu. Ni frases épicas, ni mariconadas diversas en plan "como lágrimas en la lluvia". Cae como pollo sin cabeza, reventado por un golpe afortunado de un pobre enano que tiembla miserablemente, que libera el mal de la antigua ciudad y que poco más y no sobrevive a una simple jauría de lobos en el viaje de vuelta. 

Pura ironía muchachos, pura ironía. Y ahora que venga Tolkien a contarme milongas sobre lo de Bardo y sus disparitos a Smaug...

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