viernes, 12 de junio de 2015

Estación de Tormentas




Es bastante inusual que yo escriba una reseña de una novela, ¡pero es que la Saga de Geralt me gusta muchísimo!, y llevaba ya demasiado tiempo esperando a este libro en concreto.
Voy a intentar contaros algunas cosas que no resulten demasiado reveladoras, al tiempo ofrezco mi opinión desinteresada sobre el tema -¡difícil tarea la que me espera!-.
Y bueno, lo primero que me ha llamado la atención es el léxico. Porque en los primeros capítulos tengo una impresión que ya venía arrastrando desde los retrasos de las últimas novelas anteriores, cuando José María Faraldo se vio un pelín sobrepasado por el hecho de tener que traducir tanto y en solitario. No sé si fue cosa del cansancio del traductor, o de las exigencias editoriales a las que se vio sometido el propio Sapkowski, pero pienso que la primera parte de la Dama del Lago fue absolutamente prescindible, de igual modo que los primeros capítulos de esta novela tienen un estilo más pobre que lo que habitualmente nos tiene acostumbrado el autor polaco.
Afortunadamente, la obra va cogiendo fuerza y finalmente todo termina de cuadrar a la altura de las circunstancias en el apartado estilístico. Es cierto que el autor es capaz de dibujar imágenes verdaderamente inolvidables (y cargadas de fanservice), aun cuando lo que cuenta sean meros detalles con más o menos importancia, pero luego hay cosas de la trama que me gustan más y otras que me gustan menos.

La historia es entretenida, pero hay cosas que Sapkowski no resuelve de manera imaginativa y que sirven tan sólo de mero pretexto para que el argumento avance. El cuento termina de un modo que hace que no sea capaz de encuadrarlo en un momento concreto dentro de la saga (y eso que conozco la versión oficial sobre dónde y en qué momento se sitúa esta novela), y pienso que hay detalles abiertos y carentes de una explicación satisfactoria, quedando todo de un modo lo suficientemente ambiguo como para que Sapkowski pueda escribir algo más cuando le apetezca. Esperemos que este hombre no la termine cagando dentro de los próximos años con otro relato movido meramente por puro afán comercial.
Luego el tío se termina metiendo en unos berenjenales transhumanistas que no le pegan ni con cola a un relato de su corte habitual, y ello, junto con otras salidas de tono que hacen que el libro en general, no esté mal ni mucho menos, pero que no alcance ni de lejos, el excelente nivel de los dos primeros libros de relatos cortos, mucho más ricos y elaborados que esta última novela.
En definitiva, lo que tenemos es una historia entretenida, recomendable, pero que si no llevara la reputación del brujo a sus espaldas, no estoy tan seguro de que la hubiese querido adquirir, ni de que la hubiera leído tan rápido como al final ocurrió.

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