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jueves, 6 de noviembre de 2014

El Desafío de los 30 Días: ¡Día 7!




¿Cómo mantienes la concentración en el juego?

En una palabra, suspense. Sin interacción y comunicación en doble sentido, no hay historia. Si a los cinco minutos de la película no ha muerto alguien, admite que cambias de cadena. Dirigir una partida de rol es un ejercicio de “narrativa tensional” en el que hay que entender, qué climas generan actividad en el grupo, tensión, silencio o reflexión, y cómo cambiar de uno a otro conforme interesa al curso de la acción. En el primer acto se presenta la historia a los jugadores. En el segundo, colocas a los personajes en el mayor número posible de problemas. Si en los primeros 10-15 minutos de partida no surge ningún acontecimiento que complique la consecución del objetivo de la trama principal, la partida está muerta. El segundo acto prepara el final de la partida y en él llega el clímax de la misma. El segundo acto debe moverse por situaciones de causa y efecto, o de lo contrario nos estancamos y la partida se vuelve a morir.


Y no lo digo yo, lo decía Aristóteles. ¡Mira que barbacas!, este fijo que jugaba a Burning Wheel con Pitágoras.

El tercer acto resuelve el conflicto principal. Si dejas tiempos muertos en esas tres divisiones, te cargas el interés de los jugadores. Hazme caso, funciona en el cine, funciona en la televisión y funciona en la mesa de juego. Es un error total y absoluto intentar imitar el ritmo narrativo de una novela (¡y peor aún si es una novela de Tolkien!), porque no estamos escribiendo un libro, estamos representando un guion, y un guion es algo dinámico. Recuerda que estamos tratando con jugadores, no con lectores. Y yo lo hago así, porque este orden de cosas me parece aceptable y funciona bien en mi grupo, pero me temo que tú deberás adaptar los contenidos de tu partida a los gustos particulares de tus jugadores. Si no sabes hacer ese papel de traductor de tus ideas a sus espectativas, los colegas se aburren e intentan distraer su atención con actividades poco recomendables para el mantenimiento de ese orden mínimo que quieres expresar.




No hay que confundir narrativa tensional, con mamporros cada cinco minutos. Son dos conceptos que nada tienen que ver y que cuesta diferenciar en un espacio tan corto como una entrada de un blog. La sucesión de mamporros puede llegar a aburrir tanto o más, como que no ocurra nada en tu historia.


Por eso decía, algunas entradas más atrás, que leer cuando eres el director es un coñazo (¡y además no funciona!). La narrativa en el rol, no es un párrafo que recitas como si estuvieras en el teatro, es un discurso en el que la interacción es lo que domina, la principal prioridad cuando cuentas la historia: Recuerda, suspense, curiosidad, sorpresa…Todo lo demás, sobra.

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