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martes, 19 de noviembre de 2013

El desafío de los 30 días, día 20

El Pj que me gustaría llevar...

Yo creo que esta pregunta es un poco pretenciosa. Quizás por mera costumbre de jugar a Warhammer, dónde como en la vida real, nadie elige lo que quiere ser, sino que en realidad son las circunstancias las que se encargan de ponerle a uno en su lugar. Más que gustarme llevar a un PJ en concreto, lo único que deseo es jugar. A secas. Jugar a los juegos que os he ido comentando en anteriores entradas y al mismo tiempo, dirigir y completar todos los proyectos que me rondan por la cabeza. Jugar e ir mejorando mi forma de interpretar lo que me toque. Porque a jugar se aprende jugando, lo mismo que a interpretar. Si tuviera prioridades en ese sentido, llegaría un momento en que me sentiría demasiado cómodo en mi papel (como me ocurre con los enanos y los halflings) y pienso que eso tampoco está bien. Por lo menos desde lo que yo espero del rol. Me gusta que cada papel sea un reto, porque es la única forma de aprender cosas nuevas mientras se juega y evolucionar a mejor. Eso me divierte, aunque no os confundáis, también comprendo a la gente que se encasilla en sus personajes de siempre, simplemente porque le gustan. Pero desde luego que ese no es mi caso.

Yo mismo, metiéndome en la piel del personaje.


 Y luego, una vez esté jugando tanto como yo quiero, uno ya se puede permitir el lujo de ir seleccionando pequeñas minucias...No sé, como por ejemplo, interpretar a un hobbit con una fobia tremenda a la oscuridad, o encarnar a un Caballero de Solamnia con un oscuro secreto (desdoblamiento de la personalidad), en Dragonlance.

¿Un bondadoso paladín, aunque de tendencias necrófilas? Mola mucho más interpretar a los de abajo.

Hay tantas cosas que me gustaría hacer y tan pocas oportunidades. Ojalá fuera capaz de imaginar mejores personajes, mejores situaciones e interpretar mejor todas esas facetas. Recuerdo un PNJ  para la Marca del Este. Bueno, en realidad eran dos. Dos Halflings gemelas, una de ellas atrapada en el cuerpo de una lechuza a causa de un conjuro mal pronunciado por su hermana. ¡Si!, ese es el tipo de aventurero que me gustaría llevar.






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