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miércoles, 17 de agosto de 2022

Vileza en el Bastión de los Bandidos: Diario de aventuras (I)

 Me gusta ir haciendo un resumen de las partidas que voy jugando aún con la memoria fresca, porque así puedo ser razonablemente preciso y al tiempo, pasarle el resultado a mis jugadores para que les sirva como diario de aventuras. Lo que ocurre a veces, es que es un tema muy laborioso y entonces tienes que dividirlo en varias entradas para no dar la turra más de la cuenta y a su vez, se te van acumulando nuevas sesiones que hacen que tu memoria te juegue malas pasadas, pero bueno, vamos a intentar hacer algo que sea medianamente resultón. 

Somos un grupo muy pequeño y por diferentes razones apenas podemos quedar una vez al mes así que encuentro este ejercicio es especialmente útil, porque cuando han pasado dos o tres semanas desde la partida anterior, ya ni siquiera me acuerdo de dónde tenía los pies. 

En esta primera sesión la cosas fueron muy precipitadas. Tengo tres jugadores (David, Adrián y Edu) y el caso es que Edu sólo puede quedar los fines de semana, así que el resto encontramos un hueco con todas las estrellas alineadas y no quisimos desaprovechar la oportunidad. 

Con poquísimo tiempo para preparar la partida, mis opciones eran muy limitadas, así que opté por lo más obvio: Aventuras en la Marca del Este y Vileza en el Bastión de los Bandidos...Un módulo que me suena de algo, aunque ahora mismo no recuerdo de qué. 

Los aventureros

Lo bueno de dirigir a a gente que nunca ha probado nada estilo OSR es que puedes instruirles de antemano sin ciertos vicios adquiridos de otras versiones de D&D. En ese sentido, estos consejos de Kha que les pasé de antemano me vinieron de perlas y sirvieron sorprendentemente bien, merced al mérito de mis jugadores. 

Desvíate de este camino y puedes dar por hecho que morirás. 


Karthus es el personaje de David, un mago de los de toda la vida. Sus tiradas fueron más o menos normalitas (¡Ay!, un 9 en inteligencia y sabiduría, ¡pero al menos 16 en inteligencia!). Es feo y no muy avispado, pero lo compensa porque sabe lanzar hechizos. Dicen las malas lenguas que, "literalmente no vale ni para estar escondido", pero esa es una historia que contaremos en otra ocasión. 


Kaos es el personaje de Adri, un semiorco con unas tiradas interesantes (16 en fuerza, 15 en constitución y 16 en inteligencia). Los semiorcos no son una opción muy bien recibida en el mundo de Valion, pero como teníamos claro que esto iba a ser una partida a lo bonzo, los problemas que esto le pudiese acarrear, junto con su 9 en carisma, nos importaban más bien poco. ¡Yo lo que quería era bajar a la mazmorra ya! Si total, la iban a espichar más tarde o temprano. 

Ambos empezaron a nivel 3 y dejé que el hechicero escogiese sus propios conjuros a sabiendas de que eso es un regalo envenenado, así que cuando se decidió por Bola de Nieve, Proyectil Mágico e Imagen Reflejada, luego los ulteriores lamentos que retumbarían abajo, en la oscuridad, serían únicamente responsabilidad suya. 

Tampoco me he olvidado del tercer personaje, el de Edu. 

Villarrica es un clérigo de Taranis, pero como no pudo venir, digamos que se quedó esperando en la posada la vuelta de sus otros dos compañeros, por si en un momento dado debía reportar su desaparición, dado que ambos habían decidido adentrarse en el calabozo de buena mañana y sin dar muchos más detalles a ningún lugareño. Un detalle particular de este aventurero que me gustó, es que Edu quiso aportarle una nota de color a su trasfondo, añadiendo que se trata de un guerrero sagrado e itinerante, que va enviando de vez en cuando, noticias desde diferentes lugares al monasterio principal de su orden. 

Viajando al Bastión de los Bandidos (spoilers a full).

La Vieja Fortaleza horadada en el interior de aquel desfiladero siempre resultó un atractivo destino entre aventureros de toda catadura moral, especialmente a tenor de los rumores sobre un fabuloso tesoro que dicen que allí se encuentra escondido. Podríamos decir que Karthus y Kaos eran osados en su ignorancia, pues poco sabían de los enormes riesgos de la gesta que habían advenido a intentar. La cara norte del desfiladero, era quizás la opción más sencilla a la hora de acometer la mazmorra y también el camino menos transitado, pero para remontar hacia la entrada septentrional del bastión, era necesario atravesar una gredosa escalinata en zigzag que transitaba entre riscos y antiguos torreones exponiendo a los viajeros a cualquiera que estuviera esperándoles en las alturas. De manera que, osados pero no estúpidos, decidieron intentar practicar la entrada sur que, siendo el camino más obvio, por ese mismo motivo tampoco estaba exento de peligros, dado que era también el más frecuentado por los distintos cazadores de tesoros, cuyos encuentros no siempre resultaban amistosos...Y más aún en inferioridad numérica. 

Se había hecho ya tarde cuando llegaron a la apertura de la entrada meridional y una columna, como de humo de campamento comenzó a atisbarse en el crepúsculo a pocos metros del túnel de acceso al bastión. Resolvieron que el orco fuera primero a encontrarse con quienes allí se encontraran, en tanto que el mago esperaría oculto y con su arco preparado, prestos a salir los pies en polvorosa si la situación se ponía fea. 

Fue curioso que el viento soplara en contra justo en aquel momento del atardecer, porque ni tan siquiera el enorme sabueso de Costa Azul que vigilaba junto a la hoguera consiguió alertar al resto de la presencia de los aventureros, hasta que Kaos prácticamente se encontró al albur de la lumbre. 

Vaya, ¡más clérigos de Taranis! Una curiosa coincidencia. Bastaba con ver sus blancos ropajes y su talante marcial para reconocerles como devotos de la deidad guerrera. Por desgracia, uno de ellos parecía estar gravemente herido a juzgar por unas enormes marcas de garras. El resto del grupo lo componían Layra Grelina y Zereth, un paje mediano encargado del cuidado de los animales.

Los clérigos les recibieron bien, pues se encontraban muy faltos de ayuda. Una gran bestia les había atacado al otro lado del portón de acceso a la fortaleza, diezmándoles y separándoles. Uno de ellos, un tal Zaroff, había sido enviado hacia el oeste por un puentecillo que surcaba la sala dónde aquellos sacerdotes habían acampando, para junto con ayuda de otro dogo, intentar encontrar el rastro del resto de los supervivientes y así reagruparse. 

Ninguno de los presentes tenía mucha prisa por volver a reabrir el portalón de la ciudadela. 

Nuestros amigos intentaron ayudar al herido como pudieron, pero no había gran cosa que se pudiera hacer por él, así que en buenos términos con los clérigos, decidieron ir ellos también hacia el oeste, pero no por el viaducto superior que atravesaba la sala de derecha a izquierda, sino por otro túnel que se abría al lado izquierdo de aquellos aposentos, tras un discreta puerta de madera. Tal vez por pura intuición o quién sabe si por desconfianza, su decisión se probaría como acertada algo después. 

Cultistas del Caos

De lo primero que se dieron cuenta Karthus y Kaos en aquel pasadizo sin necesidad de avanzar mucho más, es que sus constructores habían puesto cuidado en no ofrecer suficientes ángulos claros en los que poder utilizar un arco o lanzar hechizos con comodidad, a la par que cada recodo ofrecía una oportunidad de emboscar a los incursores, por lo que no les quedó más remedio que ir avanzando lentamente sobre unos quince o veinte minutos hasta desembocar abruptamente frente a una puerta, y tras ella, una segunda puerta dispuesta en un pequeño espacio de no más de tres metros de separación. Esto les pareció raro a ambos y les hizo pensar que algo se les escapaba. 

Tras un rato sin atreverse a cruzar y registrándolo todo, Karthus hizo un pavoroso descubrimiento. Un discreto mecanismo, como una pequeño cierrapuertas, se ocultaba en la cara anterior del primero de los dos postigos, de manera que decidieron bloquearlo con algunos cascotes para evitar que se cerrase por sí mismo tras los aventureros. Acto seguido, registraron y bloquearon la segunda puerta también, aunque lo que se ocultaba tras ella no era nada más que la continuación de aquel endiablado túnel. 

Poco después, el corredor volvió a proponerles una puerta más a su derecha, en un discreto rincón que primero giraba al norte y luego nuevamente al oeste. Ambos se tomaron su tiempo en ser sigilosos y abrir la puerta con sumo cuidado. Descubrieron al otro lado una serie de figuras embozadas en túnicas y con máscaras de animales. Sin duda, pertenecientes a algún culto maligno que andaría por aquellos lugares, saben los dioses con qué espantoso propósito. 

Volvieron entonces a toda prisa a dónde se encontraban Layra y Zereth para advertirles sobre lo que habían visto, pero para entonces Lupo, el tercero de los clérigos malherido ya había exhalado su último aliento. Sin demasiado tiempo para lamentar su muerte, Kaos convenció a los dos clérigos restantes de abandonar el campamento dado que de todas formas, permanecer allí ya no parecía la opción más segura y a la vez, Zaroff estaba ya tardando demasiado en volver de sus pesquisas, así que se las ingeniaron para dejar allí tan sólo algunas tiendas de campaña montadas, por si era necesario volver a retirarse o por si retornase alguno de los camaradas perdidos. Hecho esto, todos quisieron remprender el camino con ánimo de hacer frente a los misteriosos sectarios, (a fin de cuentas, no se puede esperar de unos clérigos de Taranis que se comporten de un modo distinto a lo que son). 

Sin embargo, cuando llegaron al lugar ya no había nadie. Todo lo que habían dejado tras de sí en su misterioso periplo era lo que ahora se aparecía frente a la luz de las antorchas como un pequeño barracón con restos tiempos mejores y unas herrumbrosas panoplias de armas cubiertas de telarañas. 

Karthus quiso revisarlas y se hizo con un par de lanzas en buen uso. Kaos, Layra y Zereth, convinieron que el mejor orden de marcha a partir de ahí sería andar con Layra, Zereth y Lorn (su perro), delante, luego Kaos en el centro y Karthus en la retaguardia, apoyando con su magia. 

El barracón también disponía de una salida en dirección hacia este, a través de una sombría arcada y luego quedaba también por explorar el pasadizo por el que habían venido...

- Los cultistas debieron seguir patrullando seguramente, hacia el este - dijo Kaos -. De otro modo, los hubiéramos escuchado en el túnel, o al menos nos los habríamos topado de frente. 

- Sigamos entonces por ahí - dijo Layra con determinación, señalando al otro lado de la lóbrega estancia -. Estad listos y con las armas a mano. Puede que no anden muy lejos. 

Isolda

No había gran cosa tras aquella puerta. Tan sólo un nuevo pasillo que apuntaba hacia el norte y luego giraba hacia el oeste. Sin embargo, algo les llamó a todos la atención. ¡Ladridos! Ladridos muy fuertes y desesperados.

- ¡Ay, ay! esa es Isolda - dijo Zereth el mediano -. Esto me da mala espina. 

A pocos metros de lugar, encerrado tras una trampa de rastrillo a un lado del pasadizo estaba Isolda, el segundo sabueso de Zereth. Al parecer Zaroff, o quien quiera que lo llevase consigo lo había perdido y el animal, visiblemente nervioso, había acabado cayendo en una de las trampas más simples que se puedan tender...Una que sirve para atrapar a sus víctimas...Vivas. 

No hizo falta mucho esfuerzo para que Kaos doblase los barrotes y sacase a Isolda con sus casi 50 kilos de su improvisado encierro. El pobre animalito, no paraba de agradecérselo, moviendo el rabo, echándole las patas encima e intentando lamerle la cara al semiorco.

 Acababan de recuperar una importante pista sobre el posible destino del resto de los clérigos de Taranis...Aunque hubiera sido mejor si al menos pudiera hablar... 

A la segunda parte



2 comentarios:

  1. Mira, ayer mismo me llegó tu aventura (intenté encontrarla en físico por Valencia pero fue imposible, así que esperé hasta acumular cosas y hacer pedido a Tesoros...) y me gustó mucho lo que leí. Así que ahora cojo esto con bastantes ganas.

    ¡A ver como sigues y me alegra mucho verte escribir!

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    1. Pues esta primera entrada llega mas o menos hasta la mitad de la primera sesion y llevamos dos. Asi que va a ser divertido ir publicando cosas y anecdotas varias. Me alegro que te gustara. Me resulta durisimo escribir en las condiciones en las que lo hago, pero intento sacar tiempo de la licuadora que es este trabajo.

      PD. Perdon por los acentos, pero no estoy en Espana y no tengo un teclado de gente de bien.

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